Estados unidos es sin lugar a duda la economía más importante y poderosa del mundo, con cerca del 33% del PIB mundial, también es conocido que es una economía basado en el bienestar (y consumo) de su población1. La economía en sí, órbita alrededor del consumidor, siendo este el 75% del PIB doméstico y algo así como el 25% del PIB global. Poniendo en contexto, la importancia del consumo de los hogares norteamericanos, se podría mencionar que los mil y tantos millones de chinos consumen algo así como USD 1.2 billones2, mientras que los 300 millones de estadounidenses consumen algo cercano a USD 8 billones, que equivaldría a la producción entera de Latinoamérica por cinco años.
Algunos orígenes de la crisis
El consumidor estadounidense promedio idealiza su patrón de consumo en su tan conocido “sueño americano”, en términos más simple, tener casa y vehículo propio.
Dado el desarrollo de los mercados financieros de esa economía, es posible que recién iniciada la vida laboral, poder adquirir una vivienda con posibilidades de pagar hasta por treinta años. Al mismo tiempo, otra preocupación estadounidense es pensar en su plan de jubilación, para ello aportan a la infinidad de fondos de inversión disponibles, que a su vez hacen rentabilizar los fondos en los mercados de capitales según el perfil de riesgo de cada depositante.
Si hiciéramos un balance de los activos y pasivos de un ciudadano del común, se encontraría un porcentaje importante entre acciones, bonos y demás activos financieros representados en el fondo de jubilación, y la vivienda. Esta última, se suma a los fondos de retiro en muchos casos, cuando los hogares cumplen con el ciclo de crianza de los hijos, o cuando estos ingresan a la educación superior. En ese entonces es sustituida por una de menor dimensión y los fondos liberados son aportados a la jubilación.
De tal forma, que la vivienda se puede considerar como un bien donde pivota los planes consumo intertemporal (consumo ahora, cuando se incorpora la plusvalía futura de la vivienda) de muchos hogares. En otros términos, Solucionado donde vivir y como jubilarse,
entonces el resto del ingreso disponible se dedica al consumo (y consumismo), ayudado claro está con el apoyo casi irrestricto de las tarjetas de crédito.
El común de la población entonces viva de la deuda y en algunos casos sobre endeudado, en otras palabras destina un porcentaje exiguo alguno al ahorro.
La crisis se originó por la mencionada burbuja especulativa sobre los precios de los bienes raíces, dada una inusitada demanda por parte de los hogares norteamericanos, todo ello soportado por “mejores” condiciones crediticias y excesos de liquidez en la economía. Es de recordar que la Reserva Federal (banco central) indujo una disminución de los tipos de interés para estimular la economía, al entrar está en recesión3 finalizando el siglo XX. Esta disminución en el precio del dinero genero excesos de liquidez en todo el sistema financiero. En ese lapso, los bancos proveyeron de créditos a todos los segmentos de consumidores y en algunos casos con formas de préstamos non sanctas, para citar un ejemplo, se podría mencionar que existían pagares con cuotas variables, donde al principio se pagaba solo intereses y cuotas bajas, pero en la medida que maduraba el crédito se aceleraba las amortizaciones a capital y la cuota aumentaba sustancialmente. Sin
olvidar que se observó con menos ortodoxia la calidad de los demandantes de crédito.
Al no poder sostener los ritmos de crecimiento, la burbuja se desinflo cayendo consecutivamente los precios de la vivienda (ver gráfico anexo).
Con consecuencia para los hogares pasaron a poseer una deuda (hipotecaria) de mayor proporción al valor de la vivienda. Al mismo tiempo, los bancos sufrieron las consecuencias de su propia laxitud en el otorgamiento de crédito4, aumentando las pérdidas (provisiones) por crédito de dudoso recaudo, a su vez no pudiendo honrar los bonos denominados en hipotecas y el colapso de los bancos nacionales y la transmisión a los bancos internacionales que poseyeran bonos de este tipo.
Además durante la última década los mercados de capitales han estado desarrollando una serie de instrumentos financieros derivados5 con la finalidad de diversificar riesgos, entre ellos se encuentran los fondos de cobertura, ETF, CDS, CFD’s entre otros, que en algunos casos no se posee la información detallada de su contenido o se prestaba a especulación. Para citar un ejemplo: los tomadores de bonos adquirían el subyacente (bonos) y un derivado de respaldo para garantizar la deuda (CDS6). Al percibir los mercados demandas inusitadas por los CDS de cierta empresa, se podría asumir la falsa percepción que los bonos no eran confiable o riesgo, que a la vez valorizaba los CDS y depreciaba el precio de los bonos.
En resumen, el exceso de liquidez, la amplitud y laxitud en el otorgamiento de créditos, el desarrollo de instrumentos financiero poco regulados, generaron especulación sobre los precios de la vivienda y al ser esta insostenible, genera un perverso efecto riqueza, es decir al desvalorizarse los activos de los hogares (vivienda, fondos de jubilación, entre otros).
Consecuencia de la crisis
La consecuencia principal de la crisis, no es sobre los agregados macroeconómicos, pues estos en el mediano plazo tenderán a estabilizarse y retomar la senda de crecimiento. El efecto más considerable es el cambio de los patrones de consumo de los hogares norteamericanos, que tendrán que afectar su nivel de consumo hacia la baja, provocando una recuperación económica suave y prolongada en el tiempo.
¿Porque el consumo es el principal implicado?
La respuesta pasa por el ajuste que cada hogar tiene que hacer para suavizar su consumo intertemporal, en otros términos, cuanto tengo que sacrificar ahora para poder consumir mañana o jubilarme.
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